3 de diciembre de 2009

Qin Shi Huang : El primer emperador de China

Dicen los chinos, que en los albores de los tiempos reinaron 3 grandes Huang y la gente prosperó. Cuando estos desaparecieron, 5 míticos Di les sucedieron y todo el mundo vivió en paz, felicidad y armonía.Todo esto debió de suceder, ciertamente, en la más remota antigüedad pues los restos de arqueología aunque no confirman las leyendas, nos indican que hubo una esplendida civilización en torno al río Yangtsé un par milenios antes de Jesucristo.

Pero la historia China se parece un poco a la de Al-Andalus ya que fluctúa continuamente entre periodos de unidad y división política, a pesar de tener una misma cultura e idénticas raíces. Dando un salto en el tiempo para situarnos en la época que nos interesa llegamos a un periodo llamado de los reinos combatientes, que comenzó hacia el s.V a.C. Con la formación de 7 grandes reinos, producto de la división de esa primitiva civilización fluvial , que hacían precisamente eso, combatir entre si por el poder y la legitimidad.

Durante este periodo se constituyó la cultura china en muchos de sus aspectos esenciales. Proliferaron las escuelas de caligrafía , el confucionismo y el taoismo. El permanente estado de guerra, hizo que los ejércitos y las armas avanzasen de un modo espectacular así como las estructuras defensivas y la artesanía.

Esta situacion se mantuvo con diversas alteraciones de poder entre estos reinos durante los 3 siglos siguientes.Pero hacia el s.II a.C. El reino de Qin se había erigido como el más poderoso y llegaría a ser capaz de cualquier cosa si un líder fuerte lo conducia hacia la gloria.

Ese líder nació un día del 259 a.C. Con el nombre de príncipe Zheng. A los 12 años subió al trono de Qin y los 21 asumió el poder efectivo del reino. Desde el principio se entregó por completo al gran objetivo que se había propuesto en la vida : conquistar todo bajo el cielo.

Casi todo lo que se sabe de la vida y personalidad de Zheng, ha sido extraido de una crónica china escrita doscientos años después de su muerte , por lo que no hay mucha información al respecto.
Pero de algo estamos seguros, era increíblemente ambicioso, vanidoso y despótico, siendo uno de los tiranos más crueles que la humanidad ha contemplado. Por contra era fuerte , astuto y estaba decidido a hacer lo que hiciese falta para cumplir su sueño. Para él, el fin siempre justificaba los medios.

Gracias a la pericia de su primer ministro Lu Buwei, que proporcionó al reino una base económica esencial para la guerra y a las barreras de cordilleras naturales que lo rodeaban, Qin se mantuvo intacto, mientras los otros 6 reinos se desgastaban en múltiples guerras entre ellos. Zheng era además un buen general y preparó una maquinaria de guerra formidable. Mientras por esa misma fecha, Roma solo era capaz de movilizar unos 150.000 hombres, él recluto a un millón de disciplinados espadachines y mortíferos arqueros y ballesteros que cubrían el cielo con sus flechas. Concluidos los preparativos se inició la invasión de los reinos aledaños de Han , Wei y Zhao arrasando todo a su paso y dejando cientos de miles de muertos tras de si. Después le tocó el turno a Yen, Chi y Chu que pese a que juntos, le consiguieron oponer alguna resistencia a Zheng , la abrumadora superioridad militar de este era incontenible.

En 221 a.C. La conquista estaba concluida y Zheng se autoproclamo primer emperador de China con el nombre de Qin shi Huang, dando a entender con este nombre el carácter casi divino de su persona.
Era la primera vez que todas la etnias y territorios de la antigua China se reunían bajo la égida de un solo soberano, al que ahora le tocaba la tarea de superar los viejos rencores entre sus nuevos súbditos y emprender una serie de reformas que constituyesen una verdadera nación. Para esto se mostró muy capaz pese a la dureza de sus disposiciones. Pero posiblemente, esta fuese necesaria para llevar a buen termino su gran proyecto; comenzó prohibiendo la posesión de armas, salvo para sus propios soldados, unificando las medidas de peso, longitud etc..., la moneda, la escritura y promulgando leyes draconianas iguales para todo el reino, etc.

Creó un estado autocrático, tan centralizado como legalista, tras lo cual, emprendió un enorme proyecto de construcciones faraónicas, como la Gran Muralla y su propio mausoleo , para lo que empleó a millones de esclavos que hizo a ex profeso para la ocasión, de los cuales la mayoría perdieron la vida , dada la dureza de las condiciones de trabajo. Su reinado debía ser memorable y como el III Reich de Hitler, Qin Shi Huang quería que su imperio durara mil años.

No obstante, esto no fue tarea fácil. Los impuestos estaban por las nubes, ya que el divino emperador necesitaba dinero para llevar a cabo todos sus designios y apoyado en el ejército, él y sus consejeros gobernaban a través del miedo. El Estado, también pasó a regular todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos imponiendo castigos ejemplares para aquellos que transcribiesen las leyes. Los intelectuales y los confucianos fueron perseguidos y ejecutados, acusados de secesión y como era de esperar ,se produjeron revueltas que fueron rápida y despiadadamente sofocados.

En sus últimos años el emperador chocheaba y el miedo que sentía por la muerte le fue enloqueciendo progresivamente rodeándose de brujos y alquimistas que le prometían la vida eterna. Parece ser que no la encontró pues a pesar de haberse proclamado dios en vida , murió como los demás en 210 a.C. A la edad de 50 años. Fue enterrado en la épica tumba que se hizo construir y que todo un ejército de guerreros de terracota custodiaría para toda la eternidad.



Cuatro años después su hijo y sucesor estaba muerto y la dinastía acabada , pero la nación China con la que había soñado se perpetuó hasta nuestros días.

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